La curva de aprendizaje: espacios unánimes

31/08/1999


Tras acabar Hong Kong en 1986, la segunda mitad de los años 80 fue una etapa agitada para Foster Associates. El desarrollo de Stansted, Nîmes y Sackler coincidió con un grupo de encargos de oficinas y grandes planes urbanos impulsados por la euforia económica del periodo, así como con algunas obras públicas emblemáticas en Gran Bretaña y España. No todos los proyectos se ejecutaron con la misma inventiva por Norman Foster, que también debió enfrentarse a la enfermedad de su esposa y socia Wendy, quien fallecería prematuramente en 1989. La mayor parte de los edificios de oficinas (incluyendo el construido para sede de la firma en la ribera del Támesis) se realizarían con competente elegancia, desarrollando los conceptos del umbrella building, la caja de vidrio o el atrio, y mostraron bien la capacidad del equipo de Foster para satisfacer las exigentes demandas de presupuestos y plazos de los promotores sin degradar la calidad arquitectónica; pero ninguno de los proyectos abrió perspectivas nuevas. Lo mismo puede decirse de los planes urbanísticos, que de nuevo ofrecían soluciones adecuadas a problemas difíciles, pero también sin poner en cuestión los límites de actuación; el talento de Foster como diseñador urbano se expresaría mejor en escalas más próximas al edificio que al territorio, como en los casos de Nîmes y el metro de Bilbao. En esta etapa, los mejores proyectos de Foster serían los más sencillos y radicales, casi conceptuales en su expresión abreviada, y siempre gestuales en sus formas rotundas: la delgada cáscara de hormigón del Museo de la Aviación, el corte de guadaña de la Crescent Wing del Centro Sainsbury, los triángulos curvos de la esbelta aguja de Collserola y las conchas de vidrio de las entradas al metro de Bilbao se diseñaron todos entre 1987 y 1988 con la ligereza transparente y las curvas de soltura orgánica empleadas también en proyectos de aquellos años como la cubierta colgante de la piscina de la torre Century o las proas y velas de vidrio de Duisburg. Esta cosecha de curvas amables, curvas de aprendizaje o curvas de conocimiento, señalarían un punto de inflexión en la obra de Foster, que muy pronto comenzaría a abandonar la rígida disciplina de cajas silenciosas en las que sus espacios unánimes se estaban convirtiendo. En 1990 Willis Faber se incluyó en el inventario de edificios a proteger, y Norman Foster recibió el título de caballero; con el nuevo nombre de sir Norman Foster and Partners, la oficina se trasladó a la nueva sede construida en el 22 de Hester Road, convertida ya en la firma más prestigiosa e influyente de Gran Bretaña: los años 90 la pondrían a prueba...[+]


Etiquetas incluidas: