La ciudad belga de Kortrijk, fronteriza con Francia, acogerá una nueva escuela a orillas del río Leie. Entre las aulas y el río los edificios existentes se completan con una serie de renovaciones y ampliaciones que se salpican en un gran parque, con la voluntad explícita de que los estudiantes participen del espacio exterior, fomentando así las actividades al aire libre. Estas actuaciones acotan una plaza central que acaba recogiendo las diferentes circulaciones que confluyen en la zona, estratégicamente pensadas para cada tipo de vehículo. El colegio a su vez orienta las clases hacia un jardín arbolado, y las comunica a lo largo de una galería, con una distribución que evoca contemporáneamente un claustro eclesiástico como el que existe actualmente en el solar...[+]