La firma portuguesa fala —fundada en 2013 por Filipe Magalhães, Ana Luisa Soares y Ahmed Belkhodja— convierte un almacén y una oficina en Oporto en una casa con muchas caras. En una parcela larga y estrecha, ubicada en una zona industrial en gran parte abandonada, se levanta la vivienda a partir de un juego entre geometrías, colores y texturas. En un diálogo entre lo antiguo y lo nuevo, los elementos existentes de hormigón, piedra y madera se dejan expuestos para contrastar con nuevas incorporaciones que incluyen metal y tela, generando una rica y variada composición que ofrece diversas caras y lecturas.

El proyecto está concebido como una serie de cortes en un perímetro alargado. Se inserta un patio interior que separa dos construcciones, cada una de las cuales presenta una fachada acabada con un patrón geométrico y ladrillos de vidrio. En la parte delantera de la parcela, un edificio más pequeño contiene cuatro apartamentos para invitados, mientras que el edificio trasero, mucho más grande, incluye dos dormitorios y una amplia sala de estar bajo un techo envuelto con tela de color blanco, por encima de las vigas de madera. Una cocina y una chimenea escultórica son los únicos indicios de una domesticidad incierta.