El proyecto surge de una iniciativa impulsada por la Compañía de Desarrollo Provincial de Flandes Occidental para proporcionar cuatro grandes espacios de trabajo y producción en régimen de alquiler a jóvenes empresas de diferentes campos. Levantado sobre una parcela alargada situada en un polígono de empresas privadas, el edificio, como punto de partida, debía expresar su condición de espacio colaborativo. Por esta razón, el volumen toma el arquetipo de una caja sobria y sencilla, pero al mismo tiempo refinada, buscando crear un modelo basado en el compromiso público y la economía de medios. En línea con este último punto, en el proyecto se emplean de forma depurada componentes estandarizados que se suelen encontrar en los edificios industriales: muros de hormigón prefabricados, revestimientos de aluminio galvanizado o estructuras metálicas modulares. En la fachada norte, un gran hueco continuo que permite la entrada de luz al interior de los talleres y, junto a los portones de acceso, enfatiza el carácter abierto del conjunto. De planta triangular, la sala de reuniones común situada en el extremo oeste del complejo distorsiona la geometría del edificio y da lugar a un juego de perspectiva con los visitantes que estacionan su coche en el aparcamiento. Por su parte, la trasera presenta una configuración más hermética: una piel continua de chapa ondulada y un estacionamiento cubierto para los inquilinos, que permite liberar así la fachada pública de automóviles y maximizar el espacio para maniobras en las puertas delanteras. El perímetro distorsionado del edificio es un ejercicio de reivindicación de la caja, un argumento en favor de una arquitectura utilitaria consciente de sí misma...
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